Existen varios relatos legendarios sobre el origen de la bebida en sí. Uno de ellos involucra al místico sufí yemení Ghothul Akbar Nooruddin Abu al-Hasan al-Shadhili. Según esta leyenda, mientras viajaba por Etiopía, observó unas aves de vitalidad inusual y, al probar las bayas que las aves estaban comiendo, experimentó la misma vitalidad. Otro relato involucra al pastor de cabras, Kaldi, quien se percató de los efectos energizantes cuando su rebaño mordisqueó las bayas rojas y brillantes de cierto arbusto, mascando la fruta en sí. Su júbilo lo indujo a llevar las bayas a un venerado musulmán en un monasterio cercano; pero dicha persona desaprobó su uso y lo echó al fuego, de donde emergió un aroma atrayente. Los granos tostados fueron rápidamente extraídos de las brasas y disueltos en agua caliente con sal, produciendo la primera taza de café en el mundo.
Los ancestros etíopes de la actual tribu oroma fueron los primeros en haber reconocido el efecto energizante de la planta de café nativa la cual preparaban con sal debido al poco comercio que existía con el azúcar. Se han llevado a cabo estudios de variabilidad genética sobre diversos tipos de Coffea arabica y se ha encontrado una baja diversidad, pero que retiene alguna heterozigocidad residual de materiales ancestrales y relacionados directamente de las especies extendidas de Coffea canephora y C. liberica; sin embargo, hasta ahora no se ha hallado evidencia que indique en qué parte de África creció el café o entre qué nativos habría sido usado como un estimulante o conocido con anterioridad al siglo XVII.